MARIA MORTIZ
Singer/Songwriter - Mexico City
BIO CURSI
Todo empezó con un vaso de chocomilk cuando tenía 7 años. Me gustaba tanto el chocomilk que le compuse una canción (que todavía recuerdo), y con eso inauguré mi cuaderno de canciones, donde escribía cada letra que se me venía a la cabeza. El cuaderno tenía un enorme arcoíris y un perro chihuahua en la portada. Ese perro me vio pasar del chocomilk al primer amor, del primer amor al primer desamor, me vio escribir letras y memorizar melodías, aprender a tocar la guitarra y fallar miserablemente solo para encontrar mi lugar tocando el ukulele. Eventualmente el cuaderno se perdió, pero yo seguí escribiendo. Seguí cantando en la regadera y grabando ideas de camino a la escuela, hasta que un día hice una canción que me gustó y decidí que no solamente quería guardarla en un cuaderno. Quería escucharla.
Luego vinieron más canciones para las que el cuaderno se quedaba corto, pero no sabía cómo sacarlas de la página. Un día, muy enojada por cierto célebre partido, escribí una canción sobre el fútbol y se la enseñé a mis primos. Me ayudaron a grabarla y me dijeron que la pusiera en Youtube, y así fue. Después de eso me desaparecí un rato, abrumada por las locuras del internet. Siempre fui medio introvertida, y aunque empezaba a cambiar eso, no cambié lo suficiente como para atreverme a poner cachitos de mí misma en línea.
Pasaron los años y las canciones acumuladas empezaban a desbordarse de los nuevos cuadernos. Junto con mis amigos Siller y León empecé a abrirme a tocar frente a otras personas, y con ellos empecé a componer más y más. Grabamos un par de canciones, y de pronto ya no parecía tan intimidante grabar una canción, aunque fuera en un cuartito de azotea… pero pasaron más años y más distracciones, y los cuadernos se fueron quedando medio vacíos.
En la pandemia, el refugio que encontré resultó ser ese viejo ukulele que no había sacado de su estuche en mucho tiempo. Decidí grabar una de las canciones perdidas, desbordadas, y de ahí me seguí, poco a poco agarrando más impulso para rescatar al resto. Tato me escribió un mensaje, y unos días después empezó el proceso para grabar con Anchor Music, donde tuvieron la generosidad de escucharme y apoyarme para desempolvar más canciones. Ahora los cuadernos otra vez comienzan a llenarse, pero tengo la fortuna de conocer a personas increíbles que saben cómo sacarlas de la página y hacer que suenen otra vez.
